Castilla, siendo ser

Es en medio de Castilla
donde el silencio engulle
toda blasfemia de la existencia,
el existir, puro, en el degüelle

de la banalidad ciudadana
encrespa la perfección de la meseta;
la hace eterna en su figura plana
la configura como una enorme puerta

al todo de esta vida, el ser.
Son campos ya “machados”
de pensamientos y soledades de ayer
de hoy, de siempre;

sólo dos soldados veteranos
aunque todavía recios y altivos
vigilan la distancia, campanarios
románicos y románticos

y árboles huérfanos del todo,
de la vida verde de hermanos.
En la noche es cuando el todo
con su peculiar silencio de escándalos

y su destello celeste y claro
y su vino fresco en la mano:
para sutilmente el tiempo
y regala un poco de eternidad, no en vano.