Me ha asaltado un hombre por la calle, hambriento... Miraba absorto el escaparate de una librería. ¿Tiene usted una monedita para gastar en la librería? He pensado en que quizá hay algunos vicios mejores que otros, pero después he dicho No. Al reemprender la marcha he pensado solidariamente que yo también gasto más en libros que en comida. (Todavía no sé cuál de las dos hambres es mayor)