He vuelto a mi trabajo, suena un tango, la tarde está tranquila y yo trato de decir, por escrito lo que tengo que decir, de poner palabras a todas estas intuiciones que siento en mí tan hondas. Vuelvo a mi trabajo: escribir, sobre esta larga mesa: fotografiar mis intuiciones para que alguien, algún día, sepa lo que sintió un animal, que nadie, o muy pocos conocieron (¿Consiste en eso el oficio de escritor? ¿Y la del lector en recordar la lucidez de un muerto?)