A los locos no nos quedan bien los nombres.
Roque Dalton
Roque Dalton
Los locos estamos escondidos.
Unas veces bajo sencillos nombres
que nos cuelgan como recuadros
sobrantes de papeles de colores
en una hoja blanca sin adornos
Otras en rimbombantes nombres
que a pesar de los pesares
resultan inadvertidas entre ingentes
cantidades de peculiares hombres.
Los locos nacemos con misión.
A los locos nos paren diosas
de vida. Báquicas mujeres llenas
de perfume de vino en cada ocasión
de tiempo en blanco.
La misión es clara: Exaltar
la irracionalidad humana,
esa otra parte de nuestra mezcla
que quieren olvidar como el que pisa
una amarillenta hoja de parra.
Los locos tenemos fieramente prohibido
casarnos con deslumbrantes robots
de pezones de fresa y caramelo.
Los locos miramos a las locas con anhelo
de camello nietzscheano sediento.
Los locos amamos a dulces locas
de ojos locos como bocas
—también locas—
Nuestro Dios —febril loco onanista—
nos paga en vino y carne a la brasa.
Nuestro Dios vive en nuestra casa
Calle Vázquez de Menchaca 10 2ºA
Pasad a visitarnos.
Nos delata la presencia nominal del buzón
A los locos no nos quedan bien los nombres.
