Cuidado, está acechando la garrocha
La garrocha diaria, la garrocha de Dios.
Cuidado es larga e infinita
Como un gran lápiz de color
Desde es cómodo sillón color café
Está Yahvé barbudo y regordete
Sosteniendo la garrocha en mano siempre
Apoyada en sofá día y noche
Entre descanso y descanso
Entre parada y parada en la gran lista
De los buenos -no de los gansos-
Maneja, dibuja, moldea con la garrocha
Ese mundo que creó de joven.
Esa bola de elementos (no sólo materiales)
Y esa especie de familia culmen:
Los muy queridos humanos
Desde el sofá, el viejo maneja
Con la garrocha a unos y otros
A palestinos, a judíos, a cualquiera
Que esté en el tablero de los juegos
A la abuela del pueblo perdido
Al terrorista islámico, al vendedor
De pepinos maduros, al controvertido
Profesor de química, al corredor
De fondo de los mil metros obstáculos.
Al gran jefe de la tribu trobiandesa
Al santo padre, al rey, a los mendigos
De la puerta de la iglesia.
Al Estado tal en su conjunto
A la lengua germana (prebabélica como es sabido)
Al artesano que fabrica un perro
De barro que mueve la cola.
También maneja otros animales
Los perros, los caballos, los sin papeles
Las serpientes, las ratas, los escarabajos
Y sus preferidos los halcones
Maneja el destino para su divertimento
Como el que recrea combates en decorados
Maneja el destino el creador del viento
De la historia. Maneja a cada paso:
La garrocha de Dios.
Maldita idea de providencia
Maldita resignación enquistada
La garrocha de Dios: estupidez encarnada:
Ingenuidad en vida.