El poeta que sabe mentir
a sabiendas, voluntariamente,
es el único que puede contar la verdad
Friedrich Nietzsche
La poesía debe tener por objeto la verdad práctica
Isidore Ducasse
Todo poema corre el riesgo de carecer de sentido
y no sería nada sin ese riesgo
Jacques Derrida
El poema es un acto canibálico
Leopoldo María Panero
La realidad auténtica de la Tierra no tiene figura,
no tiene un modo de ser, es puro enigma
José Ortega y Gasset
¿ Quién ha dicho que haya que entenderlo todo?
El enigma sólo se descifra parcialmente
Gonzalo Rojas
a sabiendas, voluntariamente,
es el único que puede contar la verdad
Friedrich Nietzsche
La poesía debe tener por objeto la verdad práctica
Isidore Ducasse
Todo poema corre el riesgo de carecer de sentido
y no sería nada sin ese riesgo
Jacques Derrida
El poema es un acto canibálico
Leopoldo María Panero
La realidad auténtica de la Tierra no tiene figura,
no tiene un modo de ser, es puro enigma
José Ortega y Gasset
¿ Quién ha dicho que haya que entenderlo todo?
El enigma sólo se descifra parcialmente
Gonzalo Rojas
El presente escrito, a modo de prólogo, pretende ser una coz contra las posiciones ultraracionalistas que desprecian sistemáticamente la poesía, lo pasional, lo animal y lo vital. Contra el olvido del ensimismamiento, del asombro ante el mundo , del origen del conocimiento, de la existencia del hombre concreto, de la fantasía, la metáfora, la imaginación y en definitiva la poesía o el uni-verso filosófico y poético: la vida.
El animal humano es ante todo olvidadizo, olvidadizo con respecto a ese primer momento de enfrentamiento con la exterioridad a la conciencia primitiva, con el todavía ,carente de forma, mundo, con la realidad cruda, desnuda, desprovista de andamiajes conceptuales, mitológicos, religiosos, pero al fin y al cabo fantasías –lo que en Ortega serían mundos interiores– o grandes gafas desde las que mirar la realidad terriblemente ensimismante, asombrante, enigmática.
El animal humano es un bípedo extremadamente olvidadizo, ha olvidado, en el vehículo deshilachado de la razón, cómo nació la especulación, el conocimiento, el conocimiento intuitivo, la verdad poética... Ha dejado enterrar su animalidad, su magia irracional para pretender dar una explicación impecable a todo lo habido y por haber. Se ha dejado seducir por la razón abstracta, por la idea de humanidad y de hombre y ha seguido olvidando en las cunetas del pensamiento y la reflexión a los hombres concretos de carne y hueso –brillantemente reivindicados por Unamuno–.
Ha olvidado que el lenguaje, el gruñido consensuado, no fue una facultad ofrecida por los dioses a los rebaños de bípedos implumes, sino una capacidad que biológicamente, como una anomalía fantástica vino a propiciar la capacidad imaginativa y fantasiosa de este peculiar animal. Sigue olvidando que ese lenguaje no fue heredado de una gran Dios bondadoso, sino que fue nacido de (y en) la naturaleza y convertido en el primer gran productor de artefactos imaginarios para afrontar la terrible exterioridad de los primeros tiempos.
El hombre olvida que vive en creencias, en construcciones conceptuales y paradigmáticas que toma por la realidad misma y alejado de ese asombro constante, de un éxtasis caminante que se deja disparar por los truenos de la realidad más absolutamente palpable, observable, corriente por los cauces embarrados de la vida, ha olvidado, el desdichado erguido, la etapa previa al ensimismamiento metódico, el conocimiento intuitivo anterior a cualquier especulación abstracta que, sin someterse a revisión periódica, acaba siendo proyectada sobre cuestiones de un presente muy diferente al momento de su formulación, y así revertiendo en un hombre concreto que no tiene experiencia de la intuición pre-especulativa, de la propia existencia del hombre concreto.
Ha desprestigiado lo irracional de la quididad humana. No es el conocimiento estrictamente racional superior al poético-intuitivo en una escala de progresión cognoscitiva, sino en todo caso complementario y, es más, dentro del maravilloso campo floreado de la razón también merodean moscas irracionales atraídas por el propio origen humano y por tanto doble, en esencia, de la razón como capacidad reflexiva indiseccionable de la razón.
El hombre no se ha despojado de las cualidades cognoscitivas animales o pre-racionales puesto que sigue viviendo en un teatro donde las verdades últimas, definitivas y determinantes de la vida, la muerte y el amor siguen sin ser asumibles por un sistema naturalista o cientificista.
Todos estos olvidos convergen en algunas manifestaciones de desprecio al conocimiento o manifestación poética. Frente a esta cerrazón y frente a la religión racionalista[1] no cabe otra cosa que una nueva propuesta epistemológica que se nutra de una revivificación del lenguaje para convertirlo en verdadero vínculo –consciente de sus limitaciones y afilado como mentira consciente– entre la esfera objetiva y subjetiva, entre realidad y existencia.
Una teoría del conocimiento como re-des-cubrimiento que otorgue a la función poética del arte (aunque más concretamente del lenguaje poético escrito y hablado) el papel principal en la vinculación sujeto-objeto, un papel nuevo del lenguaje, un lenguaje metafórico, revivificado, de mentira concienzuda que ya ha superado una etapa eminentemente mimética para adquirir una actividad creativa que nace de la propia voluntad vitalista del hombre.
Esto conlleva la defensa de un irracionalismo matizado o relativista (o si se prefiere, de una razón escindida del proyecto naturalista o ilustrado y devuelta a un contenido de tipo amplio como producto o reflejo de su origen humano) En todo caso lo que se pretende es una defensa del carácter dual del ser humano: racional-pasional, y de la propia razón como concepto -y embrión de un método idolatrado- que, como característico o definitorio del hombre, posee también esa dualidad mágica, dualidad que no estuvo, ni está presente de lleno (definitivamente) en la teoría o la práctica académicas de la actividad científica, alejada, abstraída, tanto de esta doble esencia humana como del hombre concreto y en último caso determinante espacio vital.
En este nuevo contexto esbozado la poesía será vehículo importante, decisivo de la expresión de las hambres del animal humano en el contexto más intuitivo del conocimiento[2] y por ello quizá más importante o, al menos, igual de importante y necesario del puramente especulativo-racional. Complementarios finalmente. Sería el campo de juego y de reivindicación de la contemplación asombrada, de la transgresión (auxiliada por una revivificación concienzuda del lenguaje, por la ironía, por la sutilidad o el estilo irreverentemente directo (protesta), de lo efímero, de la agonía diaria o incluso momentánea, de la manifestación rotunda, desgarradora, consciente de la existencia como núcleo del que se escribe y se conoce mientras se vive.
Además, ese poema, como expresión de las estrategias anteriores que permitan atar esas verdades intuitivas es un todo, un todo que puede leerse, pero que siempre adolece de inacabamiento, tiene una capacidad de hacer nacer la reflexión, es sugerente estética y significativamente por su densidad, por su grado afilado de penetración en cabezas y pieles ajenas –previamente dispuestas– Es una fotografía artística –no ya documental– nacida agónicamente hacia el exterior y es algo más que un puro intento mimético: ha reincorporado y reinterpretado la capacidad creadora, poiética y ha tomado conciencia de combate frente al meta-relato racionalista.
Esta propuesta de re-des-cubrimiento del lenguaje poético finalmente responde a la aceptación carnal, de una epistemología renovada ampliada desde la intuición, promoviendo una reedificación dialogada y dialéctica de la conceptualización de la razón en relación a la existencia concreta de piel y hueso, ya que queramos o no, por mucho que lo quieran negar los diversas abstracciones extraviadas:
SOMOS HAMBRES
Me hablan de Dios o me hablan de la historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente
Gonzalo Rojas
Si una vaca tiene cuatro estómagos, o seis, las personas normales tienen muchos más, y un poeta debe de tener seis mil. Allí digiere todas las realidades, las dolorosas y las otras, que luego van a dar en palabras a través de cambios oscuros. Un poeta es como un animal: digiere, expulsa lo que tiene que expulsar y se queda con lo que le sirve de alimento
Juan Gelman
La inspiración surge de un hambre del alma
Albert Einstein
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente
Gonzalo Rojas
Si una vaca tiene cuatro estómagos, o seis, las personas normales tienen muchos más, y un poeta debe de tener seis mil. Allí digiere todas las realidades, las dolorosas y las otras, que luego van a dar en palabras a través de cambios oscuros. Un poeta es como un animal: digiere, expulsa lo que tiene que expulsar y se queda con lo que le sirve de alimento
Juan Gelman
La inspiración surge de un hambre del alma
Albert Einstein
Abiertas como grandes bocas
de cocodrilo, cigüeña
pelícano, serpiente, orcas
tapas de inodoro o latas
impacientes de agua de lluvia
Tercas como lobos en jauría
como ancianos en ideas
como nubes en estampida
como manifestaciones en abundancia
de burros cabreados
Certeras como pieles que se tocan
como curvas de guitarra-mujer
como miradas catapultadas
como muertes y mujeres
desnudas
De carne, de saberes varios
de sabores de vida
Somos hambres
Seremos hambres
Hambres y mugientes
tripas erizadas
cual canes
al olor del mundo
de carne y peso
palpable
_______________________
[1] El racionalismo (no olvidemos que abstraer significa separar) pretendió escindir las diferentes partes del alma: la razón, la emoción y la voluntad; y una vez cometida la brutal división pretendió que el conocimiento sólo podía obtenerse por medio de la razón pura. Como la razón es universal, como para todo el mundo y en cualquier época el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos, como lo válido para todos parecía ser sinónimo de la Verdad, entonces lo individual era lo falso por excelencia. Y así se desacreditó lo subjetivo, así se desprestigió lo emocional y el hombre concreto fue guillotinado. Ernesto Sabato. El escritor y sus fantasmas. Seix Barral, 2004. (or 1963).
[2] El poeta venidero superará la idea deprimente del irreparable divorcio entre la acción y el sueño... En el pleito interpuesto desde tiempos inmemoriables por el conocimiento racional contra el conocimiento intuitivo, le corresponderá a él producir la pieza capital que pondrá fin al debate. La operación poética, desde entonces será conducida a plena luz. André Breton Diccionario abreviado de Surrealismo (Eluard-Breton) Siruela, 2003.
